Nuestro hábito lector está siendo modificado día a día, así como la forma en la que recibimos la información, ya sea en las señales de tráfico, el periódico, los resultados de un motor de búsqueda de internet, el catálogo de una biblioteca o el muro de las páginas de facebook, y todos esos cambios, también influyen en nosotros, los lectores.
Así, el libro ha pasado de ser "un ladrillo inmutable" a un nuevo concepto en el que por fin se pueden corregir las erratas, acompañar con otro tipo de contenidos más alla de las ilustraciones con contenido multimedia, así como el propio lector puede completar su lectura con notas de todo tipo.
De este modo la lectura pasa de algo lineal a algo radial gracias a las ventajas del ebook, que nos permite navegar en diccionarios, enciclopedias u otros medios que completan nuestra lectura facilitando el estudio y la comprensión.
También cambia el tipo de soporte, más de la mitad de los españoles lee ya en soporte digital ya sea en ordenadores, smartphones, tablet o e-readers, así como “una gran mayoría” de los estudiantes son lectores digitales, por lo que parece claro que el futuro de la lectura pasa por esta evolución.
Estos cambios también han traido el uso de la lectura social, ya que ahora se pueden compartir nuestras notas, añadir marcadores, compartir citas, fragmentos u opiniones en redes sociales, así como interactuar con otros lectores, lo que puede llegar a enriquecer la lectura.
Pero todo esto implica también un cambio en el acceso a la lectura, las bibliotecas y los bibliotecarios de hecho están evolucionando al compás que marca el camino del libro electrónico, y en una biblioteca que es referencia mundial, como la Biblioteca Pública de Nueva York, están trabajando para que su importancia no decaiga en este futuro que se nos presenta.
Así, de los dos millones de volúmenes actuales que disponen en ocho plantas, que serán trasladados a dos almacenes externos, se pasará a un nuevo espacio público ideado por el arquitecto Norman Foster. En él habrá hileras de ordenadores, cafeterías y zona wifi. “La propia forma de la biblioteca está asumiendo esa dimensión poliédrica donde habrá espacio para libros, para textos electrónicos, pero también para muchas otras fuentes diferentes y donde el bibliotecario tendrá una personalidad distinta”, explica Rodríguez.
Así el bibliotecario será un mediador, en palabras de Cassany. “Hasta hace poco los bibliotecarios han estado muy preocupados por el catálogo: conseguir fondos para la biblioteca, archivarlos, etiquetarlos con los sistemas universales idóneos. Y ahora, como Internet hace accesible toda la información, este trabajo ha perdido interés y su día a día está volcado en la atención al usuario, la formación, lo que se llama alfabetización informacional, es decir, el fomento de esa capacidad de entender en un mundo en el que es más complejo hacerlo porque estamos infoxicados”.
El país, "El futuro de la lectura". Consultado: [25/09/2012]
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